viernes, 25 de febrero de 2011

Charly García impactó anoche a 15 mil personas en San Juan

Palito Ortega y Charly García fueron las figuras centrales anoche en la Fiesta del Sol, en San Juan, y deleitaron a un entusiasta público de 15 mil personas que vibró con los ritmos que propusieron desde la medianoche y avanzada la madrugada.

Cabe recordar que la celebración se reanudó anoche después de la tormenta del miércoles por la noche que obligó a suspender las actuaciones de esa jornada.

El tucumano subió al escenario a las 0,30 y empezó a repasar sus clásicos uno a uno. Vestido con pantalón negro, camisa blanca con gemelos y saco azul, sin corbata, cantó al ritmo de las palmas de las miles de personas ubicadas en el sector de espectadores.

“Tengo el corazón contento”, “Despeinada”, “La Felicidad”, “Yo no quiero media novia”… todos los clásicos de la década del 70 hicieron bailar a los expectadores.

“Me gusta San Juan, le preguntaba al gobernador si podía venir a invertir aquí en San Juan, así que voy a venir a hacer unos vinos a esta tierra…” prometió desde el escenario.

Palito recordó sus años del Club del Clan, cuando junto con otros grandes referentes de su generación, pusieron al aire un programa de televisión que marcó una época en Argentina. En el escenario también estaba Lalo Fransen, quien hoy dirige la banda que acompaña al tucumano, y juntos recordaron a Yoni Tedesco, Chico Novarro y Yoly Lan, entre otros.

El gobernador Gioja y su esposa, Rosa Palacio, le entregaron una placa de agradecimiento y él respondió con elogios a la gobernación giojista.

Luego, con un racimo de uva y la música de “Cerca de la revolución” de fondo, subió al escenario Charly García para iniciar su show en la Fiesta Nacional del Sol, en San Juan.

El artista comenzó a cantar pasadas las 2,30, portando una remera con una frase en inglés y el tradicional saco negro.

Se lo vio lúcido, al punto que ironizó sobre la farándula que se ha dado cita en Villa Carlos Paz. Varias veces, entre tema y tema preguntó "¿Acá está Carlos Paz? jaja". Después arengó a la multitud que lo fue a ver con un "arriba San Juan".

Los éxitos como “Demoliendo hoteles”, “Vicio”, “Yendo de la cama al living”, entre otros continuaron, siempre complementados con un video expuesto en una pantalla gigante.

Charly, que en varias oportunidades criticó a internet (dijo “fuck you internet”) y habló mucho en inglés, utilizó en su repertorio casi todo el álbum “Unplugged”, al que complementó con éxitos de Serú Girán.

Por su parte, el cordobés Martín Monguzzi fue ovacionado, con interpretaciones de los temas de su álbum "Entre dos pasiones".

Informe de Jorge Méndez.

Fuente: Cadena 3

miércoles, 23 de febrero de 2011

El rockstar nacional ante el ojo de una cámara fotográfica indiscreta

Entre el 2 y el 27 de marzo en el Centro Cultural Recoleta podrán verse 26 imágenes del músico capturadas por la lente de Maxi Vernazza. Un extenso relato gráfico que permite acceder a la intimidad del ídolo del rock nacional.


La relación que ya lleva 14 años entre Maxi Vernazza y Charly García nació con una imagen. El fotógrafo de Gente esperaba en el living del viejo departamento de Charly en Palermo que un periodista terminara de entrevistarlo para pasar a las fotos. Al mismo tiempo, la persona encargada de limpiar aquel lugar se acercaba con la aspiradora encendida a una alfombra. “Tenía todas las manchas de todos los colores y todas las formas que se te ocurran, pero igual insistían en pasarle la aspiradora a esa alfombra arruinada”, recuerda Maxi.

¿Cómo nació la relación?
Hubo un feeling mutuo en cuanto empezamos a hacer las fotos. Pero no es una amistad en el sentido de que nos tratemos mucho más allá de eso. Nos entendimos bien haciendo las fotos; Charly puede hacerlas a cualquier hora y yo trabajo rápido, como a él le gusta, entonces funcionamos bien.

¿Es un buen modelo?
Se acuerda mucho de las fotos y como modelo es genial, muy parecido a Diego Maradona. Son personas que te dan poco tiempo, pero en ese tiempo te pueden dar imágenes geniales.

“Nunca me interesó sacar fotos que dañaran a Charly”, cuenta Maxi, que también estuvo con su cámara cerca cuando García atravesaba los peores momentos y aquello de “demoler hoteles” no sólo era la letra de una canción. “Se sabe que García es poco afecto a las fotos, sin embargo, cuando me veía llegar, en cualquier circunstancia, sonreía y ordenaba: él sí, que pase”, recuerda Vernazza. Por eso también en las peores épocas Charly lo elegía para que fuera el único privilegiado en acceder a lo más íntimo de su entorno. “Yo lo llamaba en el verano, por ejemplo, y me decía que podía subir a hacerle fotos si esperaba dos horas, mientras componía o tocaba, y efectivamente, a las dos horas me dejaba pasar”, cuenta.
Así fue como Vernazza construyó una galería de imágenes que retrata momentos tan diversos como la grabación de un disco en Nueva York, o un Charly de anteojos amarillos que flota en una pileta azul en Villa Gesell, apenas tres meses antes de su última internación.

¿Qué notás que sigue inalterable y qué te parece que cambió en Charly a través de estos años?
La genialidad está siempre, claro que ahora está de una forma mucho más prolija. Ahora hace ejercicio, por ejemplo, algo que antes era inimaginable. Él es un tipazo y confía en mi trabajo, y yo respeté siempre la diferencia entre las cosas personales que podía ver cuando estaba con él y lo que podía fotografiar.

“Te movés como soltero”, le dijo una vez Charly después de notar su alianza y enterarse de que Maxi estaba casado. “No es de hablar mucho ni se sienta a hablar conmigo; tampoco hace muchas preguntas, él está en su mundo”, dice el fotógrafo.

¿Eras fan de Charly antes de conocerlo?
Me gustaba mucho como personaje, pero antes no seguía tanto su música. Ahora sí. Puedo estar mirándolo durante horas sin sacarle fotos, porque es un tipo muy vivo. Para la última tapa de los personajes del año en Gente, se fijó bien en cómo iba a salir. Como está más gordo, probamos haciendo la foto de pie. “Pero si estoy sentado, salgo más adelante”, bromeó Charly.

Aunque Vernazza no tuvo contacto con el músico durante el período de aislamiento con el que inició su tratamiento contra las adicciones, volvió a encontrarlo durante su primera gira en Perú tras la internación. “A pesar de que toda la gente de su equipo era nueva, él me vio en el backstage, hizo unas señas y entonces me dejó pasar al camarín”, recuerda Maxi. “Le hice las primeras fotos de su retorno a los escenarios, fue un momento espectacular.”
Otro de los momentos más interesantes retratados por Vernazza es una foto del Charly pre-internación de espaldas, abandonando un boliche después de una larga fiesta por su propio cumpleaños. “Al final siempre me voy solo”, le confesó Charly a Maxi mientras él sacaba la foto en el interior de un largo pasillo de paredes pintarrajeadas.

¿Qué foto de la muestra te gusta más?
Hay muchas, pero una de las que más me gustan es la de Charly en Nueva York. Yo había viajado para una cumbre de la ONU y supe que él estaba grabando su disco Kill Gil allá. Estuvimos tres días juntos. Lo acompañaba al estudio y me quedaba con él durante horas. Viajar con Charly en limusina por Manhattan es uno de mis recuerdos más impresionantes.

¿Charly vio las fotos?
Vio la selección de las fotos en diciembre y le gustaron mucho. Hay fotos inéditas en la muestra, así que ahora van a poder verlas todos. Hay una foto, un primer plano de su mano sosteniendo un cigarrillo como si fuese una garra, que Charly vio ahora y lo sorprendió mucho. Esa nunca se había publicado.

¿Qué esperás que muestren ahora tus fotos?
Ante todo, espero que al público le gusten. Lo que yo traté es de retratar al personaje y a la persona más allá de todos sus conflictos, porque ahí también hay un tipo normal.

Por Nicolás Mavrakis

lunes, 21 de febrero de 2011

Charly gratis en el Obelisco

Charly García tocará el próximo 26 de marzo en la 9 de julio y será gratis.
Para todos los que nos venían preguntando por shows en Buenos Aires, ¡por fin se nos dio!
El más grande en el Obelisco, va a ser algo mágico.
Say No More.

domingo, 13 de febrero de 2011

Se siente mucho mejor

Charly García llegaba a Cosquín Rock precedido por la idea de que su show no iba a ser uno más en la extensa relación que lo une al festival. Cierto que no lo hacía en condición de recién rehabilitado como en la edición 2010, pero estaba claro que la expectativa generada (tanto desde la organización del evento como de quienes habían presenciado sus recientes actuaciones) era de un recital subido a la máquina del tiempo: Charly volvió a ser el de antes, se sostenía con la convicción del converso que ha visto un milagro. El regreso a forma del artista antes conocido como Say No more era un hecho en la previa.

La cosa es que, a show puesto y un poco más en frío, las predicciones se cumplieron a medias. Rondando las 22.30, de saco azul y jeans, Charly se plantó frente a la mayor concurrencia en lo que va del festival para decir: “Ok. Obediencia y amor. Disfruten”. Y la banda tiró el riff de Cerca de la revolución mientras él oficiaba de frontman agitador, arengaba todo lo que su humanidad de 59 años lo permite (que en verdad es mucho) y pateaba el pie de micrófono la suficiente cantidad de veces como para que todo el mundo se familiarizara con el plomo que lo iba a sufrir toda la noche. Porque terminó tarde la jornada de García: exactamente a las 3:06 de la madrugada. Hasta esa hora, no solamente tocó los 19 temas consignados en la lista sino que agregó Comfortably numb, Mr. Jones, el Himno Nacional Argentino y cuando todos (empezando por José Palazzo) empezaban a preguntarse si pensaba quedarse hasta el amanecer en el escenario, ordenó la Marcha de San Lorenzo.

Esa terminó siendo la media verdad de la predicción: la hiperactividad del ídolo, su alegría por ubicarse en el centro de la escena recuperada e intacta, la verborragia de quien se sabe inimputable por adorable y la capacidad de jugar con los límites que provoca gracia y risas nerviosas por partes iguales. “Negro puto”, le tiró a García López, antes de Rock and roll yo; “¿Sabés lo que falta acá? Olor a faso”, provocó como preámbulo de No toquen (más tarde confirmó: “Ya olí, no quiero, gracias”); “Escribí esta canción para comparar el amor de una mujer con el que se tiene por una línea de merca. No me pregunten qué es más saludable”, fue la intro de Tu vicio; “Esta la hice para el bicentenario, la cagada es que fue hace 30 años”, la de No llores por mí Argentina. Y el anecdotario podría seguir, para felicidad de un público que encontró lo que fue a buscar: nada de perlas ni momentos reflexivos, nada de Adela en el carrusel ni Desarma y sangra, y todo de Estoy verde, Demoliendo hoteles, No voy en treny el Fantasma de Canterville, que tocó junto a León Gieco.

El niño terrible que nunca dejó de ser se parodió a sí mismo: arrojó una decena de micrófonos (cuatro de ellos fueron baja definitiva, parece); tumbó tras mucho esfuerzo un amplificador de bajo y un cabezal Marshall hacia el final, y se bajó los pantalones. Todo con una sonrisa de oreja a oreja y disfrutando sin histerias ni manías.

Charly es Charly, y presenciar su abordaje a un repertorio imbatible con una banda que suena impecable (aunque a Rosario Ortega le falte para ser Hilda), es como ver a Maradona hoy, en un partido de Showball: la magia sigue intacta, pero necesariamente remite a un pasado que vuelve sólo por destellos. Pero vuelve, y con eso basta.

Seguilo en vivo
A partir de las 16.20, seguí en vivo todo lo que pasa en el escenario principal de la última jornada de Cosquín Rock 2011 y las mejores entrevistas haciendo click aquí.


Fuente: La voz

Cosquín Rock 2011: día dos

Charly. Foto de José Luis García.

"Obediencia y amor", exclama (¿reclama?) el señor Charly García, y es el principio del fin de una noche, ésta, la segunda del Cosquín Rock, atestada de próceres, refucilos modernos y demás cosas raras. Say No More fue, cómo no, el número central, y su set, en contraposición al del Flaco Spinetta (que tocó en el mismo escenario unas horas antes) dejó expuesta una verdad: las dos figuras máximas del rock en español se encuentran, hoy por hoy, en polos opuestos. Mientras uno recompone su salud al tiempo que trata de recuperar su imagen rockera con un Grandes Éxitos en vivo con tantos traspiés como buenas intenciones, el otro se sienta a revisar su repertorio oscuro en plan jazz rock virtuoso, simplemente porque es Luis Alberto Spinetta, puede y se le antoja.

Charly, decíamos, fue puro hit, propulsado por una banda que juega de memoria (el Negro García López, su pivote ideal, dispara riffs como si él mismo los hubiese engendrado) y una segunda voz femenina (Rosario Ortega, reemplazante de Hilda Lizarazu) que aún se muestra tímida pero insinúa potencial. "Cerca de la revolución" abrió un concierto que tuvo como nota principal a García recuperando una extraña locuacidad que generó muchas sonrisas y algunas incomodidades (ver Momentos). Cantando fragmentos de sus canciones con la garganta aún mellada, tocando el piano menos de lo que a cualquier melómano le gustaría, recorriendo el escenario con movimientos toscos al estilo Ozzy, atajando continuamente sus pantalones (que se te caigan, digamos, no es lo mismo que bajártelos) y revoleando micrófonos como en sus años más tóxicos, SNM logra picos de sentimiento cuando recurre a su status de intocable y nos acaricia la memoria emotiva (imposible no disfrutar, como sea, de "Rezo por vos", "No llores por mí, Argentina", "Demoliendo hoteles" y un largo etcétera), pero -teniendo en cuenta la grandeza del sujeto de marras- nos deja pidiendo más en lo estrictamente musical. León Gieco, otro que pasó por el escenario principal más temprano, hace el aguante en "El fantasma de Canterville", la lista de temas se extiende unilateralmente hasta el mismísimo infinito (a las tres de la matina seguía firme junto al pueblo, con "Seminare", "Popotitos", "Mr. Jones"...) y la heterodoxa multitud que se lleva a casa la foto de un espectáculo que pudo ser gigante y sólo fue abundante, que al fin y al cabo tampoco es tan poco.

Como decíamos, Spinetta está más allá: sentado al lado de su baterista durante casi todo su set, demostró que no sólo de riffs demoledores vive el rockero. Al menos no el rockero serrano. A pesar de que a todos les hubiera gustado volver a Las Bandas Eternas, en esta y en cada una de las presentaciones posteriores a ese Vélez histórico, el Flaco se centró en la última parte de su discografía. Sus virtuosas y prolongadas zapadas, el teclado orquestal del Mono Fontana, la presencia de su hija Vera para cantar un par de temas incluido el cover de Hugo Fattoruso "Milonga Blues", fueron sentando poco a poco a los asistentes a los que les quedó bien claro que no, no habría (y quizás no lo haya más) "Me gusta ese tajo" pero sí todo lo que hace de Spinetta el Spinetta que conocemos. Igual, hubo "Durazno sangrando" y "Ludmila", hubo versión de "Té para tres" en homenaje a Cerati al grito de "¡Fuerza, Gustavo!", y hasta un final rock-blusero con "Yo miro tu amor" y, paradójicamente, un riff... demoledor.

Charly García, Luis Alberto Spinetta, León Gieco, Skay. Pasó la segunda jornada del festival serrano; crónica y fotos

Adaptando la guitarra ríspida del rock clásico norteamericano al gusto argentino, Skay volvió a dejar en claro que en los Redondos, la repartija de roles era similar a la de los Stones: el cantante es era brillo y el guitarrista, la mística rocanrolera. Las influencias se lucen: Neil Young en "¿Dónde estás?", Lou Reed en "Astrolabio", los sonidos orientales en "La luna en Fez", etc. Y el revoleo, claro, también dice presente, con hitos de su carrera solista como "Oda a la sin nombre" y "El Golem de Paternal" y, obviamente, con los pocos pero buenos regalos ricoteros que Beilinson nos lega: "Todo un palo", "El pibe de los astilleros" (con guiño a aquel fraseo de la música de Lawrence de Arabiaque su es banda tomó prestado para "La bestia pop") y cierto temita llamado "Ji ji ji" que a algunos puede llegar a sonarle.

¿Y cuál otro gran pilar del rock nacional faltaba? El imprescindible en cualquier edición del festival federal: León Gieco, obviamente. Empezando con imágenes de su barbuda juventud tocando "Hombres de hierro" en el BArock 71, la primera parte de su show contó con la honorable presencia de "un clásico de Cosquín", el armoniquista Pancho "Panchito" Chevez para rendir homenaje a la "gran cantante que se fue de gira eterna", Mercedes Sosa, con "Sólo le pido a Dios". Su compromiso, múltiple y profundo, representado no sólo a través de la invitación de los apadrinados que todos conocimos en Mundo Alas (esa road movie que registra su gira nacional junto a músicos con capacidades diferentes), sino también mediante "La memoria" y la alusión a las Madres y el 24 de marzo (seguido del "Hay que saltar, hay que saltar...", claro está) y la concienzuda protesta anti-imperialista y bolivariana de "Cinco siglos igual". León se la dedicó a Evo Morales e invitó a Andrés Giménez a cantarla a capella. Y a partir de ese momento, todo viró hacia el costado, claro, demencial que aquella unión implica. León D-Mente, junta loca y sobredosis de adrenalina que transforma cada tema de Gieco, logró calentar el terreno dando nacimiento a el que luego se convertiría en el pogo más grande del Valle de Punilla. Desde "El fantasma de Canterville" hasta "Pensar en nada", pasando por "La mamá de Jimmy" de Porsuigieco.

En tanto, mientras caía el sol y en el tablado principal el Flaco ofrecía sus melodías prístinas, Dread Mar I confirmaba en el escenario reggae su condición de fenómeno meteórico deleitando a los anti-fans de Spinetta: quienes no quieren saber nada con ningún tipo de abstracción y sólo le piden a la música una cadencia dulzona para contonearse y una letra romántica fácil de recordar para canturrearle a la patrona, seguro encontraron allí su lugar. Pocos rastafaris, muchos rockerazos que se permiten entonar "Tu sin mí" porque "lo escucho porque está bueno para joder" (sic, y cualquier semejanza con lo que sucede con la cumbia no es pura coincidencia) y un sinfín de minitas alzaron los brazos al son del lovers rock más extremo del mercado y opacaron en lo que a convocatoria respecta al repaso hitero de Los Pericos, la mescolanza latina de Fidel, la prolijidad y la sutileza de Los Cafres y el roots de Nonpalidece.

Diez momentos

Los invitados de Virus: Sólo hits, pareció ser la consigna. Para lograr un set im-ba-ti-ble, los Moura llamaron a tres: Carca para "Imágenes paganas", Dani Umpi (vestido, peluca, tacos rojos) para "Luna de miel en la mano" y la cantautora Ana Naón para "Amor descartable". Cortito y efectivo.

El pogo más grande de... ya sabés: como de costumbre, "Ji ji ji" disparó el movimiento frenético en una nueva catarsis ricotera. Fue el cierre del set de Skay, el estribillo lo cantó el público y, cómo no, tembló el piso.

Vórtice bizarro: La Bizarren Music Party tuvo su lugar en el escenario Hangar. Además de las invaluables presencias de Pocho La pantera y Los Grossos, la festichola loca duró todo el día en una suerte de mundo paralelo. Skay sonaba en el principal mientras ahí un par de locos deliraban con Vilma Palma, Amistades peligrosas, los Pimpinela o Fey. Uff.

Charly Stand Up: las frases desquiciadas de García fueron un show aparte. "Nunca le den propina a un Hare Krishna", instó, poco después de versar sobre la comparación entre "el amor de una persona y una raya de merca" que vendría a implicar "Vicio". "Acá falta olor a faso", concluyó. Pero no, no faltaba.

Dúo de uno: las imágenes que abrieron el show de Gieco cantando "Hombres de hierro" durante aquel BArock setentoso, lo llevaron a establecer una suerte de dúo consigo mismo, entonando sobre la grabación. Dos leones al precio de uno.

Final fumón: Los muchachos de Nonpalidece cerraron el escenario temático reggae pero cuarenta minutos después de lo pautado. "Las manos arriba de toda la gente que quiere disfrutar del reggae-roots", pidió Néstor Ramljak a los impacientados. Olvidar la espera y ponerse a vacilar al ritmo de "Tu presencia" no les costó nada.

Anochecer spinettiano: la dulzura etérea del Flaco, acariciando a un público sentado que, por una vez, sólo escuchaba. Mientras, las primeras estrellas se dibujaban sobre el contorno de las sierras. ¿Qué más?

Homenajeando al profeta: en el escenario reggae, Los Pericos se acordaron de que el próximo 11 de mayo se cumplen 30 años de la muerte de Bob Marley y se despacharon con una respetuosa versión de "Iron Lion Zion". No podía faltar.

Poder canino: la Jauría liderada por Ciro Pertusi tocó temprano, pero así y todo se las arregló para convertirse en uno de los números más contundentes de la jornada. Ensamble ajustado, potencia sin fisuras y un paso más en su escalada hacia la fecha propia, en abril en el Teatro Flores.

El sexo... ¿débil?: la apertura del escenario principal tuvo perfume de mujer. Primero llegó la furia garagera de Utopians y luego la impronta de rock clásico de María Eva. Grrrl power.

Por Diego Mancusi y Yamila Trautman


Fuente: Rolling Stone

jueves, 10 de febrero de 2011

Muestra fotógrafica sobre Charly García en el CC Recoleta

Maximiliano Vernazza inaugura el 2 de marzo en el Centro Cultural Recoleta su muestra fotográfica sobre Charly García, en la que resume 14 años acompañando al genial músico. La muestra estará abierta hasta el 27 de marzo.

Fuente: Exitonía

lunes, 7 de febrero de 2011

Mercedes Iñigo quiere hacer papá a Charly García

CHARLY Y MECHA. La modelo novia del ícono el rock quiere hacerlo padre. Mercedes Iñigo, más conocida como la joven modelo rockera que logró robarle el corazón a Charly García, decidió abrirse un poco más a la prensa. En el marco de una saga de tapas de revistas e improvisadas entrevistas, la ex VJ de MTV abre paso a su futuro.
“Sé que voy a terminar siendo madre de muchos hijos, esperándolos a la salida del colegio, con un look muy clásico, en un departamento de Palermo”, reconoce la morocha en una entrevista concedida a la revista Luz.
En referencia a su relación con el músico, la joven de sólo 22 años da un vistazo a la intimidad de quien logró posicionarse como el prócer del rock nacional.
“Nos llevamos muy bien. Él es muy estético, siempre está en el detalle del físico y la ropa. Cada vez que salimos, le pregunto cómo estoy y me da su visto bueno. Lo mismo hago yo con él”, confiesa la joven.

sábado, 5 de febrero de 2011

Kill Gil, una venganza con final feliz

La versión oficial de la joya maldita de Charly García sorprende. Y esta capacidad de llamar la atención es doble (sorprende que sorprenda) si se tiene en cuenta que Kill Gil es un disco que desde hace unos años viene circulando en versión pirata por internet y que por eso EMI se negó a editarlo. ¿Por qué vale la pena comprarlo? Porque suena muchísimo mejor que el material subido en las redes virtuales, aunque cuente con dos temas menos (el olvidable “Un corazón para colgar” y –acá duele la baja– la buena versión de “Play with Fire”, de los Rolling Stones, interpretada por García y Andrew Loog Oldham, ex productor de la banda de la lengua).

Este nuevo Kill Gil, editado por Del Ángel Feg y Sony Music, viene, además, con un DVD en el que se pueden ver más de 100 pinturas de Charly mientras se escuchan los mismos temas que en el CD, pero en otro orden y en surround 5.1. Pese a que en la caja sólo figura la sucesión de canciones del DVD, la secuencia del CD es la que mejor balancea los climas y los ritmos, entremezclando, además, las obras en inglés y en castellano.

Charly definió a Kill Gil como una "mini ópera" y narró al respecto una historia de un chico (¿él?) que va a poner una bomba en Nueva York y que, a través de las canciones, les avisa a su madre y a su hijo para que se salven. Como no las interpretan, ellos también mueren, por giles, por "no conocer el lenguaje de la música". Pero –a riesgo de también ser detonados– seamos francos: la única manera de darle ese sentido al disco es estando dentro de la cabeza de García, ya que los temas no reflejan para nada este argumento. La historia, más bien, parece haber sido sólo un disparador compositivo del autor, una chicana para su familia o, simplemente, una broma.

El packaging, el libro con las letras e ilustraciones y el arte de tapa también suman puntos sobre la versión pirata. Pero lo más importante, como se dijo, es la mejora en los arreglos y la mezcla. Así, “No importa”, canción apertura, gana en potencia, color y, por fin, aparece la voz de García bien al frente. Charly define a este tema como la segunda parte de “Cerca de la revolución”. Y esta vez no exagera.

Otros aciertos: “King Kong” (una melodía “muy Charly”, que en la versión original se llama “La novia o el rehén”), la muy inglesa “In the city that never sleeps”, la pegadiza “Los fantasmas” y el cover en castellano del tema de John Lennon “Mirando las ruedas” (“Watching the wheels”) en el que, a diferencia de la versión pirata de Kill Gil, García corta en el clímax con un fade out. Esto último, si bien puede generar un instante de bronca en el oyente, sirve para dar paso al contundente “Break it up”, cuyo riff, dice Charly, fue elogiado por el mismísimo Oldham, productor del disco, como el mejor después del de “Satisfaction”. La placa posee tres nuevas versiones de temas ya editados por García: “Transformación” (de Serú 92), “Telepáticamente” (de Si, el disco en vivo retorno de Sui Generis) y “Happy and Real” (editado en Tango 4 e Influencia). Estas tres canciones, si bien no agregan nada nuevo a la carrera del músico, le aportan al disco, como totalidad, nuevos matices compositivos. Los temas que completan son “Pastillas” (se dice que Charly se lo dedicó a su hijo) y “Corazón de hormigón” (acá es al revés, la leyenda asegura que es el primer tema compuesto por García en su vida y que estaría destinado a su madre), donde una melodía con aires del Club del Clan y que es cantada a dúo con Palito Ortega se monta sobre un riff que recuerda un poco a los Redondos.

Kill Gil refleja el último capítulo Say No More de Charly previo a su estado actual de limbo químico. Pero, a diferencia de otras aventuras discográficas de esta etapa que casi lo lleva a la muerte, puede definirse como un álbum estimulante, inquieto, bello y poderoso.