A falta de ocho días para el show en el Conrad, el "Zorrito" Fabián Vön Quintiero, músico tecladista de la banda de Charly García, pasa sus días en José Ignacio. La playa, los amigos y la buena comida acaparan su agenda de verano.
"Disfruto de ir al almacén, hablar con la gente y bajar a la playa cuando pinte". Con tono pausado y sonrisa ancha, el "Zorrito" Fabián Vön Quintiero, actual tecladista de Charly García y ex integrante de grandes marcas del rock argentino como Soda Stereo y Los Ratones Paranoicos, habló con El País del "nuevo Charly", del libro que presentará en el mes de marzo, de lo que odia y disfruta de la música y de la sorpresa que le generó la noticia de la delicada situación de Gustavo Cerati, que definió como una "gran pérdida para la escena musical argentina".
-Calificó a José Ignacio como uno de sus vicios más sanos. ¿Siempre veranea por acá?
-Sí. Mirá, la primera vez que vine a Punta fue con los Soda Stereo, en el año 1985. Vinimos el primer verano ya vestidos de negro y con los pelos parados ¡Mirá que éramos bichos raros, eh! Nos miraban raro. Ahora se abrió mucho el juego, pero antes era distinto. Me encanta venir a Uruguay. Para los argentinos, Uruguay es lindo no sólo por lo geográfico. Acá se respira un aire distinto con la gente, que allá no lo ves. Aparte se come bien, que para mí es fundamental. Lo único que cambió mucho en José Ignacio es el precio de la tierra (se ríe).
-Va a combinar el descanso y buen comer con un poco de trabajo. En ocho días está tocando en el Conrad con Charly García.
-Eso me pasó siempre, ¿sabés? Cada vez que vengo he tenido la oportunidad de tocar. Hace 15 o 20 años veníamos y tocábamos en La Barra por las noches, en Mango Bar o en Ruta 66. Tocábamos con Charly, con Pappo, con Juanse, con músicos uruguayos, como Marcel Forján. Hemos hecho mucho ruido tocando entre todos. También en el Viejo Jack, que era un bar divino que curtíamos muchísimo. A Charly también le gusta mucho venir. Siempre elige Punta para arrancar el año.
-¿Cómo está Charly hoy?
-Obviamente es otro. Está en una etapa muy distinta. Esta última internación no tiene nada que ver con las otras. Tuvo un cambio tanto emocional como físico. A mí me consta, porque lo vi de cerca, le puso mucho huevo a su problema para salir. Y le sigue poniendo huevo, todos los días… Se lo ve mucho más controlado y civilizado. Hoy tenemos un `director de orquesta` muy agradable para trabajar. En esta etapa de su vida la característica es el orden en todo sentido ¡Hasta en el horario de ensayo! Tenemos cuatro horas de ensayo y se respetan. Terminamos y él se va con su pareja. Otra cosa también es que Charly hoy no está todo el tiempo en clave de música, cosa que en otra época sí. Se alejaba de todo, por meses. Hoy tiene una vida mucho más equilibrada y razonable para el tiempo que le toca vivir. Él me lo dijo; `yo ahora hago la vida de un hombre más grande, hasta me acuesto más temprano`. Si yo tuviera que definir estos dos años al lado de Charly te digo que fueron de mucha armonía. Me pone muy feliz por él. Estoy contento de haber podido ayudarlo, desde donde pude, para que Charly saliera del duro momento que pasó con las drogas, y pueda reinsertarse un poco en todo. El proceso no terminó. Siempre está luchando. Pero lo importante es que después de todo lo que pasó, Charly todavía puede estar tocando y viviendo. Tiene que celebrar eso en cada show... su lucidez, alegría.
-¿Usted está en esa misma sintonía que Charly, el director de orquesta?
-Yo pasé por diferentes bandas, y cada banda tiene su estilo, su tiempo… y sus décadas. Es como la vida misma, hay tiempos de extrema diversión, de reflexión, hay tiempos donde la música no suena directamente. Estoy muy tranquilo hoy, con mis 44 años. Empecé a los 18 años tocando con Soda Stereo. Son muchos años y se van sintiendo. Pero miro para atrás y me siento contento de todo lo que me pasó, de haber tocado siempre en grandes marcas de rock argentino. También estoy tranquilo, aunque de vez en cuando voy a alguna fiesta que otra. Todos los días hago algo de deporte. Hacer deporte es altamente recomendable para quemar neuronas fastidiosas e histéricas.
-¿Qué es lo que más disfruta y detesta de ser músico?
-Lo que más me gusta de tocar es sentir que voy progresando, que sueno con los colegas, toque con quien toque. Que la música suene, o si no… que pinte el rock and roll, que es otra sensación... eso sí que es jamón del medio. Cuando pinta el rock and roll es una sensación muy difícil de explicar, pero los que tuvimos la suerte de tocar en bandas bien rockeras, como Pappo, los Ratones… ahí pintaba el rock and roll. Y con Charly también pinta rock and roll, aunque siempre con un estilo más personal. Me gusta de la música también cuando la gente, de sorpresa, te tira un cariño por la calle. Y lo que no me gusta, como en todo, es la parte oscura. La música tiene una parte oscura en el negocio. Todas las peleas que tenemos que afrontar, a veces, para defender los intereses de los grupos y los músicos, que tienen que tocar por muy poca paga. A las bandas nuevas les cuesta salir al ruedo. A mí siempre me gustó que estén saliendo grupos nuevos, que se renueve la imagen, la mística del rock argentino. Pero en general, ser músico de rock es un privilegio.
-¿Qué recuerdo tiene de Soda Stereo, una de las bandas de más éxito que lo vio nacer como músico?
-Muy bueno, porque empecé de chico, tocando los teclados como invitado y después ya me quedé años ahí, viendo como Soda se inició en Latinoamérica, después de un trabajo de hormiga. Fue una cosa brutal. Rompió todos los esquemas. Abrió mercados, exportó música argentina con éxito al resto del continente. Era una locura, íbamos a un programa de televisión en Chile y ya pasaba algo, se generaba una energía positiva con nosotros. Y el recuerdo de una banda que siempre fue profesional. Siempre buscando la perfección en sonido, ocupados de la imagen, se vendió un producto más integral. Pero éramos todos muy chicos también. Era otra onda.
-¿Qué sabe de la situación de Gustavo Cerati?
-No sé cómo sigue la cosa hoy. Nos conocemos desde aquella época… Sigo sorprendido por todo lo que le pasó. Por él y por todos los colegas de la música que les pasa este tipo de cosas. Sorprende, no te deja de sorprender. En lo artístico es una gran pérdida para la escena musical argentina, porque él siempre niveló para arriba. En lo que a él le gustaba y proponía siempre. Él iba para arriba. Eso se siente, lo siente el ambiente, la gente y sus fans. Uno tiene otros colegas músicos, como el caso de Gabriel Ruiz Díaz, de Catupecu Machu, o Tavo, el chico de Los Piojos. También nos pasan cosas a los músicos, y muy dolorosas, como esta.
Show: 22 canciones ensayadas en cuatro días, cuatro horas por día
Charly García y su banda, se prepara para el primer toque del año; el viernes 21 de enero a las 22 horas aterrizarán en el Conrad para realizar un nuevo show, de aproximadamente dos horas, para cerca de 3.000. Los precios de las entradas van desde US$ 50 a US$ 120. Cuatro días de intenso ensayo previo es suficiente para ajustar a un grupo que ya se conoce afirma el músico Fabián Quintiero.
"Antes del show vamos a hacer cuatro ensayos en Buenos Aires, a partir del 17 de enero, hasta el 20. Nos metemos en la sala, cuatro horas por día, hacemos la pasada del show dos veces. Son 22 canciones. Así es el entrenamiento. Por ahí cambiamos un par de temas. En los ensayos hay una base de temas, pero siempre existe un acomode de sacar algunos y poner otros. Hay que irse a ensayar a Argentina, estuvimos a punto de ensayar acá (Punta del Este). Pero ese lujito no era barato, por eso nos vamos para Argentina", cuenta el tecladista. Además de la música, entre los planes del "Zorrito" también está el lanzamiento de un libro en marzo de este año, de su autoría y titulado Aim zorri. "Son relatos de viajes durante las giras con todas las bandas en las que toqué, pero que se mezcla con la comida, que me encanta. O sea, es rock más comida. Imperdible", adelanta.
"Disfruto de ir al almacén, hablar con la gente y bajar a la playa cuando pinte". Con tono pausado y sonrisa ancha, el "Zorrito" Fabián Vön Quintiero, actual tecladista de Charly García y ex integrante de grandes marcas del rock argentino como Soda Stereo y Los Ratones Paranoicos, habló con El País del "nuevo Charly", del libro que presentará en el mes de marzo, de lo que odia y disfruta de la música y de la sorpresa que le generó la noticia de la delicada situación de Gustavo Cerati, que definió como una "gran pérdida para la escena musical argentina".
-Calificó a José Ignacio como uno de sus vicios más sanos. ¿Siempre veranea por acá?
-Sí. Mirá, la primera vez que vine a Punta fue con los Soda Stereo, en el año 1985. Vinimos el primer verano ya vestidos de negro y con los pelos parados ¡Mirá que éramos bichos raros, eh! Nos miraban raro. Ahora se abrió mucho el juego, pero antes era distinto. Me encanta venir a Uruguay. Para los argentinos, Uruguay es lindo no sólo por lo geográfico. Acá se respira un aire distinto con la gente, que allá no lo ves. Aparte se come bien, que para mí es fundamental. Lo único que cambió mucho en José Ignacio es el precio de la tierra (se ríe).
-Va a combinar el descanso y buen comer con un poco de trabajo. En ocho días está tocando en el Conrad con Charly García.
-Eso me pasó siempre, ¿sabés? Cada vez que vengo he tenido la oportunidad de tocar. Hace 15 o 20 años veníamos y tocábamos en La Barra por las noches, en Mango Bar o en Ruta 66. Tocábamos con Charly, con Pappo, con Juanse, con músicos uruguayos, como Marcel Forján. Hemos hecho mucho ruido tocando entre todos. También en el Viejo Jack, que era un bar divino que curtíamos muchísimo. A Charly también le gusta mucho venir. Siempre elige Punta para arrancar el año.
-¿Cómo está Charly hoy?
-Obviamente es otro. Está en una etapa muy distinta. Esta última internación no tiene nada que ver con las otras. Tuvo un cambio tanto emocional como físico. A mí me consta, porque lo vi de cerca, le puso mucho huevo a su problema para salir. Y le sigue poniendo huevo, todos los días… Se lo ve mucho más controlado y civilizado. Hoy tenemos un `director de orquesta` muy agradable para trabajar. En esta etapa de su vida la característica es el orden en todo sentido ¡Hasta en el horario de ensayo! Tenemos cuatro horas de ensayo y se respetan. Terminamos y él se va con su pareja. Otra cosa también es que Charly hoy no está todo el tiempo en clave de música, cosa que en otra época sí. Se alejaba de todo, por meses. Hoy tiene una vida mucho más equilibrada y razonable para el tiempo que le toca vivir. Él me lo dijo; `yo ahora hago la vida de un hombre más grande, hasta me acuesto más temprano`. Si yo tuviera que definir estos dos años al lado de Charly te digo que fueron de mucha armonía. Me pone muy feliz por él. Estoy contento de haber podido ayudarlo, desde donde pude, para que Charly saliera del duro momento que pasó con las drogas, y pueda reinsertarse un poco en todo. El proceso no terminó. Siempre está luchando. Pero lo importante es que después de todo lo que pasó, Charly todavía puede estar tocando y viviendo. Tiene que celebrar eso en cada show... su lucidez, alegría.
-¿Usted está en esa misma sintonía que Charly, el director de orquesta?
-Yo pasé por diferentes bandas, y cada banda tiene su estilo, su tiempo… y sus décadas. Es como la vida misma, hay tiempos de extrema diversión, de reflexión, hay tiempos donde la música no suena directamente. Estoy muy tranquilo hoy, con mis 44 años. Empecé a los 18 años tocando con Soda Stereo. Son muchos años y se van sintiendo. Pero miro para atrás y me siento contento de todo lo que me pasó, de haber tocado siempre en grandes marcas de rock argentino. También estoy tranquilo, aunque de vez en cuando voy a alguna fiesta que otra. Todos los días hago algo de deporte. Hacer deporte es altamente recomendable para quemar neuronas fastidiosas e histéricas.
-¿Qué es lo que más disfruta y detesta de ser músico?
-Lo que más me gusta de tocar es sentir que voy progresando, que sueno con los colegas, toque con quien toque. Que la música suene, o si no… que pinte el rock and roll, que es otra sensación... eso sí que es jamón del medio. Cuando pinta el rock and roll es una sensación muy difícil de explicar, pero los que tuvimos la suerte de tocar en bandas bien rockeras, como Pappo, los Ratones… ahí pintaba el rock and roll. Y con Charly también pinta rock and roll, aunque siempre con un estilo más personal. Me gusta de la música también cuando la gente, de sorpresa, te tira un cariño por la calle. Y lo que no me gusta, como en todo, es la parte oscura. La música tiene una parte oscura en el negocio. Todas las peleas que tenemos que afrontar, a veces, para defender los intereses de los grupos y los músicos, que tienen que tocar por muy poca paga. A las bandas nuevas les cuesta salir al ruedo. A mí siempre me gustó que estén saliendo grupos nuevos, que se renueve la imagen, la mística del rock argentino. Pero en general, ser músico de rock es un privilegio.
-¿Qué recuerdo tiene de Soda Stereo, una de las bandas de más éxito que lo vio nacer como músico?
-Muy bueno, porque empecé de chico, tocando los teclados como invitado y después ya me quedé años ahí, viendo como Soda se inició en Latinoamérica, después de un trabajo de hormiga. Fue una cosa brutal. Rompió todos los esquemas. Abrió mercados, exportó música argentina con éxito al resto del continente. Era una locura, íbamos a un programa de televisión en Chile y ya pasaba algo, se generaba una energía positiva con nosotros. Y el recuerdo de una banda que siempre fue profesional. Siempre buscando la perfección en sonido, ocupados de la imagen, se vendió un producto más integral. Pero éramos todos muy chicos también. Era otra onda.
-¿Qué sabe de la situación de Gustavo Cerati?
-No sé cómo sigue la cosa hoy. Nos conocemos desde aquella época… Sigo sorprendido por todo lo que le pasó. Por él y por todos los colegas de la música que les pasa este tipo de cosas. Sorprende, no te deja de sorprender. En lo artístico es una gran pérdida para la escena musical argentina, porque él siempre niveló para arriba. En lo que a él le gustaba y proponía siempre. Él iba para arriba. Eso se siente, lo siente el ambiente, la gente y sus fans. Uno tiene otros colegas músicos, como el caso de Gabriel Ruiz Díaz, de Catupecu Machu, o Tavo, el chico de Los Piojos. También nos pasan cosas a los músicos, y muy dolorosas, como esta.
Show: 22 canciones ensayadas en cuatro días, cuatro horas por día
Charly García y su banda, se prepara para el primer toque del año; el viernes 21 de enero a las 22 horas aterrizarán en el Conrad para realizar un nuevo show, de aproximadamente dos horas, para cerca de 3.000. Los precios de las entradas van desde US$ 50 a US$ 120. Cuatro días de intenso ensayo previo es suficiente para ajustar a un grupo que ya se conoce afirma el músico Fabián Quintiero.
"Antes del show vamos a hacer cuatro ensayos en Buenos Aires, a partir del 17 de enero, hasta el 20. Nos metemos en la sala, cuatro horas por día, hacemos la pasada del show dos veces. Son 22 canciones. Así es el entrenamiento. Por ahí cambiamos un par de temas. En los ensayos hay una base de temas, pero siempre existe un acomode de sacar algunos y poner otros. Hay que irse a ensayar a Argentina, estuvimos a punto de ensayar acá (Punta del Este). Pero ese lujito no era barato, por eso nos vamos para Argentina", cuenta el tecladista. Además de la música, entre los planes del "Zorrito" también está el lanzamiento de un libro en marzo de este año, de su autoría y titulado Aim zorri. "Son relatos de viajes durante las giras con todas las bandas en las que toqué, pero que se mezcla con la comida, que me encanta. O sea, es rock más comida. Imperdible", adelanta.
Fuente: Diario El País - Uruguay