Instalada definitivamente en esa parcela del Olimpo reservada para las mujeres del rock argentino, Hilda Lizarazu va haciendo escuela mientras camina hacia la sencillez y la reafirmación de sus valores humanos. La ex ManRay se acerca a los 50 años de vida y algunas actitudes rockeras le parecen contradictorias a este presente plácido, donde debate su tiempo entre alimentar su carrera y apuntalar el crecimiento de su única hija, Mia.
Reveladora, a la creadora de Sola en los bares no le tiembla la voz al momento de analizar los movimientos que la incomodan o los personajes que no comulgan con su estado actual. Sin sermonear, habla del futuro perfecto, del pasado soñado, de Charly García, del Pity y de David Lebón con la certeza de una mujer que sabe transitar la vida con felicidad, que vive su profesión como un regalo del cielo.
El título de tu nuevo disco apuesta a una situación totalmente optimista… ¿Quisiste dejar tu declaración de principios? Creo ser una persona optimista por naturaleza, veo el lado lleno de la copa. Eso me pone en un lugar más brillante. Tengo como una cierta intensidad, pero transito por el lado de la alegría, por lugares que me dan energía positiva. Ello, me pone en un sitio particular, a diferencia de otras personas que absorben el costado más oscuro. Y no es premeditado, porque soy así y mi vida se refleja en mi obra. Me gusta divertirme con mi música y vivir de una manera feliz. Esto no quiere decir que no llore, no sufra o no sea sensible… No es que estoy pum para arriba con el globito , pero me gusta vivir intensamente y no desde el lugar de la oscuridad, no reventándome. Por ejemplo, ahora, me parece re careta drogarse, que se revirtió la cosa. Esa cultura del reviente que hacen Pity (Alvarez) y ese tipo de bandas es una careteada. No me gusta esa ecuación de cuanto más reventado, más artista.
¿Es muy diferente la Hilda de hoy a la chica que en los ochenta vivió la trastienda del rock sacando fotos y haciendo coros para Suéter o Los Twist? Soy la misma, con más edad, más plena y que es coherente con esa persona que viene trazando un camino femenino/musical. Porque mucha gente me dice que soy un referente de las mujeres cantantes de rock o pop. Obviamente, a pesar de ser una mujer que ya casi tiene 50 años, no creo que cambié demasiados desde aquellos días. Sigo disfrutando del placer que significa escuchar una buena canción.
¿El recuerdo de Man Ray aún está vigente? Sí, y con mucha alegría. ManRay continúa en mí porque sigo haciendo esos temas. De hecho, mucha gente aún me recuerda la canción Todo cambia que fue cortina del programa Montaña Rusa y que, a su vez, nos trajo muchos detractores, quienes dijeron que nos habíamos vendido por “sonorizar” la cortina de una serie juvenil. A pesar de que la “Inteligencia del rock” nunca nos perdonó eso, a mí me abrió muchísimas puertas hacia otros oyentes. Fue mucho más positivo que lo que un grupito de criticones pueda decir. Es decir: si yo soy feliz con lo que hago, me tiene sin cuidado que vengan a criticarme.
En una canción de “Gabinete de Curiosidades”, decís “Paré para parir”. ¿Te cambió mucho la vida el hecho de ser madre? Sí, por supuesto. Me cambió la vida en el sentido de que los niños te ven como referente. Todo lo tenés que observar desde otro lugar.
¿Seguís saliendo con Lebón? No.
¿Qué te dejó como artista o pareja? ¿Qué pareja? Nuestra relación se magnificó por los medios. Pareja, para mí, fue Tito (Losavio). Lo nuestro no fue un Romeo y Julieta, fue una cosa que nunca terminé de cerrar… O sea, yo lo amé, formó parte de mi vida, pero quedé decepcionada. Yo tenía una energía y él otra. Me parece que en una relación amorosa los roles tienen que ser parejos. Por eso, creo que nunca fuimos muy “parejos”, porque tuvimos un amor muy bello que fue muy fantasioso también. Hubo una fantasía en mí que armó una persona, la cual no era como imaginé. Lo sintetizaría diciendo que fue un amor musical, que teníamos muchos bemoles… Nos respetamos, pero es mejor que estemos en diferentes canciones, aunque él toca en una canción de mi nuevo disco.
Justamente, la canción “Futuro perfecto” abre con una línea que dice: “Tuve que dejar de mirar atrás”… En realidad, lo que quiero decir es que tengo que estar más presente en mi vida, lo cual no es fácil. Trato de ser mejor persona día a día, conservar mis valores para ver qué presente y qué futuro le doy a mi hija. Trato de ser feliz en mi mundo, de mantener los valores de la simpleza y de ver que uno no es más que otro… ¡Algún día tienen que ganar los buenos! (risas).
Exclusivo: su adiós a Charly
Bajo un sol asfixiante, Hilda observa como su hija de nueve años practica equitación y el foco de la conversación pega un giro hacia alguien que conoce desde los ochenta. Mientras el caballo levanta volutas de tierra a su trote, la cantante muestra más seguridad que nunca cuando señala que sus días al lado de Charly García llegaron a su fin (este verano realizará sus últimos dos conciertos). Dirá que su álbum nuevo es prioridad, que los viajes la agotan, que su única heredera necesita tener a la madre cerca. Sin embargo, sus ojos dicen algo más, motivos que sólo ella conoce y no revelará. De cualquier manera, se encarga de tomar posición (privilegiada) frente a la actualidad del otro ex Serú Girán.
¿Cómo sigue tu vida profesional junto a Charly? No voy a seguir tocando con Charly. Me voy porque ya creo que ese acompañamiento vocal y armónico, para mí, se terminó. Yo iba a estar sólo en Vélez y después, en base a lo que ocurría, seguí. Pero quiero seguir haciendo mis canciones y estar con Charly implica un tiempo que no puedo dar. Por eso, doy un paso al costado. Además, tengo una hija de la cual me tengo que ocupar.
Cuando lo volviste a ver, ¿te reencontraste con aquel artista que conociste en los ochenta? ¡No! ¿A vos te parece? Yo me reencontré con una persona que salía de una internación y estaba altamente medicada… Charly es un autor de canciones argentinas bellísimas, al cual siempre admiré desde mi pre adolescencia y después cumplí mi sueño de Cenicienta al cantar con él. Luego de Man Ray y de irme a vivir al campo, nunca pensé que iba a volver a tocar con Charly García. Cuando me convocaron en el 2009 para volver a cantar con él, me llené de emoción. Por otro lado, no sabía si iba a poder ser factible, porque yo lo había ido a visitar cuando se estaba recuperando y pensaba que era difícil salir de ese chaleco químico, pero me gustó el reto. Cuando nos encontramos en la sala, empezaron a salir esos temas que yo no escuchaba desde ese lugar de respeto hacia la música que él no tenía en su etapa de Say No More. Para mí, fue un honor acompañar el regreso de esta persona que había tocado fondo y estaba tratando de reinventarse.
¿Y creés que volveremos a escuchar al Charly que compuso ‘Desarma y sangra’, ‘Promesas sobre el bidet’ y tantos otros clásicos? Este año, Charly cumple 60 años y uno no puede pretender ver o escuchar a un rockero de 30, porque la vida pasa. Creo que siempre se pide mucho del artista. ¿Por qué no respetar esa belleza que entregó en un momento biológico de su vida y no pretender que esa persona esté todo el tiempo superándose? Con lo que dio, Charly puede tener un acaecimiento en paz. El está tratando de encontrar ese camino. Uno tiene que luchar contra su propia autodestrucción, contra su propio ego.