jueves, 22 de abril de 2010

La saga del hombre impermeable


“Say No More es impermeable”, dice el tipo, y refuerza el impacto que produce ver esas imágenes. Si faltaba algo para agregarle dramatismo a la rentreé de Charly García tras los sonados sucesos de Mendoza, la internación, la quinta de Palito Ortega y toda esa hojarasca, era el vendaval que azotó a Buenos Aires la noche del 23 de octubre de 2009. No se trató, entonces, sólo del regreso del bigote: fue un acto heroico para músicos y público, una épica cabalgata de hits pasados por agua. Una velada histórica que ahora tiene su necesario registro, el CD + DVD El concierto subacuático, retrato del hombre que al fin pudo doblarles el brazo a los excesos.

La cajita, entonces, es la pintura en movimiento de una lucha sin cuartel contra las inclemencias del tiempo. Y eso en más de un sentido: sólo un ingenuo podía esperar que García saliera al ruedo con la voz de Seru Giran o la explosión de sus primeros años como solista. Pero en la tranquilidad del hogar, sin los baldazos empapando la humanidad, ver y escuchar a este Charly produce una sensación reconfortante. Respaldado por una banda sólida como una roca, largamente ensayada (eso que en el Constant Concept de los últimos años era un ítem siempre en deuda), el protagonista de la noche se permite cantar de pe a pa, esforzándose por estar lo más cerca posible del original, con la evidente mella de tantos años de drogas y alcohol pero enfocado, atinado, capaz de erizar la piel. Se comprueba en “Llorando en el espejo”, donde los teclados del Zorro Vön Quintiero parecen decir no va más bajo la lluvia, pero Charly canta y canta, su aspereza en deliciosa combinación con el terciopelo de Hilda Lizarazu. O en “Canción de 2×3”, o en “Promesas sobre el bidet”: clásicos inquebrantables recargados por la emoción del momento, pincelados por el diluvio. No están todos (quedó afuera, por ejemplo, “Adela en el carrousel”), pero lo que está, alcanza.

Hilda, el Zorro, el Negro García López, Kiuge Hayashida, Antonio Silva Peña y Carlos González propician el sostén. García se da el gusto de volver a brillar. Se enzarza en una emotiva versión de “Rezo por vos” junto a Luis Alberto Spinetta, levanta a todo un estadio calado hasta los huesos con “Me siento mucho mejor”, le cede el protagonismo a la cantante en “Buscando un símbolo de paz”. Y el espectador no puede evitar la sensación de que en cualquier momento la pantalla comenzará a salpicar, tan vívido resulta todo. Desde su piano de cola, Charly evidentemente disfruta del momento histórico, y el efecto es contagioso. Cuando “No toquen” cierra el show a pura potencia, la faena parece completa, es el triunfo de un tipo que estuvo al borde del quebranto total y se dio el lujo de resurgir, dar el primer paso para una nueva historia que en estos días se enriquece con una serie de shows a sala llena en el Luna Park.

Entonces, hay que oponer estas imágenes, estas versiones de canciones que forman parte del libro grande de la historia del rock argentino, con aquello en lo que Charly se había convertido en los últimos tiempos, representante de un happening en el que la música ya no parecía central. Y darle la derecha: es cierto, el tipo es impermeable.

Fuente: Charly García / Demoliendo Hoteles