El mito viviente del rock nacional pisó tierra santafesina para mostrar su presente musical, junto a una banda poderosa que reúne a compañeros de distintas épocas.
Esta vez fueron casi dos horas de show, con algunas interrupciones, ante una audiencia que incluyó rostros veteranos pero también muchos juveniles, entre estos algunos venidos de lejos para hacer “el aguante”.
En la ocasión, se presentó acompañado por su “doble banda” actual: por un lado, el trío chileno que lo acompaña desde 2001, integrado por Kiuge Hayashida, en guitarra y coros; Tonio Silva Peña, en batería, y Carlos González, en bajo; por el otro, tres sobrevivientes de Los Enfermeros de principios de los ’90: Fabián “Zorrito” Quintiero en teclados, Carlos “Negro” García López en guitarra y la “princesa” Hilda Lizarazu en coros (los dos últimos fueron alguna vez sustituidos por la recordada María Gabriela Epumer).
De saco sport y camisa azul, García ya no es aquel sujeto desgarbado e hiperkinético con vestido largo y auriculares prominentes, con las manos pintadas, presidiendo el escenario desde sus teclados. Mejor alimentado, con movimientos muy contenidos, cede hoy “la cosa electrónica” al Zorrito y se siente más cómodo sobre un costado del escenario, frente a un piano de cola, aunque no pierde ocasión de ir al medio para demostrar quién es el frontman y la leyenda viviente. Si bien su voz está históricamente ajada, se apoya perfectamente en la de la ex Man Ray, la cual funciona muchas veces como un instrumento más (por cierto, Hilda es una de las más aplaudidas, seguramente por mantener su estampa de rockstar incluso en un rol secundario).
Clásicos y hits
El concierto comenzó con “Demoliendo hoteles” y, pegadas, “Promesas sobre el bidet”, “Rap del exilio” y “No soy un extraño”. “Rock and roll”, dijo García, antes de tocar “Cerca de la revolución”, mostrando todo el poder de la formación. Luego anunciaría “Filosofía barata y zapatos de goma”, a la que siguió “Vía muerta”.
“Vamos a tocar un tema nuevo, post-clínica: se llama ‘La medicina del amor’”, algo que había anticipado en la entrevista con El Litoral. A esta seguiría “Fanky”, con bolas de espejos proyectadas sobre la pantalla del fondo.
“Gracias, son ustedes muy amables”, saludó el solista, quien durante la noche no ahorraría los “thank you” o “muito obrigado”. “Adela en el carrousel”, “El amor espera” y “Rezo por vos” serían de la partida.
“Gracias Santa... Fe”, arrastró el artista say no more, antes de dar paso a “Yendo de la cama al living”, “Pecado mortal (nos siguen pegando abajo)”, “Influencia”, “Llorando en el espejo”, “Pasajera en trance” (especial lucimiento de Lizarazu), “Raros peinados nuevos” (con Hilda acariciando los rulos del Negro), “Me siento mucho mejor” y “Tu vicio”.
“Vamos a tocar una canción de los ’80, cuando era bien moderno: ‘Nuevos trapos’ se llama”, manifestó el bigote bicolor, y luego de esta arribaron dos clásicos de esa década: “No me dejan salir” y “No voy en tren”: cuando la letra de esta última llegó a “...soy el que cierra y el que apaga la luz”, efectivamente se apagaron las luminarias y la banda abandonó el escenario... al menos por unos minutos.
El cierre
Para los primeros bises llegó el nuevo hit, “Deberías saber por qué”, y la otrora polémica versión del “Himno Nacional Argentino”, con Charly dirigiendo al coro en la parte de “coronados de gloria vivamos”.
La penúltima vuelta estuvo protagonizada por “Rock and roll Yo” y “No toquen”. “Muchas gracias Santa Fe, estuvo muy bueno. Gracias”, fue la despedida, pero no la definitiva.
En el final, fue el momento de “Canción para mi muerte”, que García empezó para luego irse y dejarla en los labios de los asistentes.
Después se encendieron las luces, la magia terminó, y llegó el momento de volver a la fría noche otoñal.
Fuente: El Litoral.