Seamos francos: fueron pocos los que pensaron, allá a mediados de los años 90, que Charly García podría siquiera ingresar al nuevo milenio. Amigos, aficionados, o meros espectadores de las noticias con que García alimentó la insaciable voracidad de la prensa amarilla, coincidieron con el diagnóstico: "a este paso, no llega a los 50". Y, como siempre sucede en estos casos, García lo hizo una vez más. Desafiando toda lógica, sin cambiar de andén ni de tranco, Charly García ha alcanzado el medio siglo de vida, y él es el primero en bromear sobre el asunto. "¡50 años de Charly García! Aaaaaarrrggghhh!!!", exclama y pega una risotada.
Chistes aparte, el tema no es llegar, sino cómo llegar. De qué manera, y en que estado. Cincuenta años es una edad muy poco glamorosa para una estrella de rock and roll; sea por viejos o por estrellas, todos quieren jubilar a los veteranos. Los imberbes que vienen detrás, con la intención de ligar el trono con poco esfuerzo, los periodistas ávidos de figuritas nuevas que pegar en el álbum, las compañías grabadoras que ya los tratan como material de catálogo o los empresarios que ya no pueden engañarlos como si fueran unos Backstreet Boys cualquiera.
Hay un pequeño problema: los cincuentones rockeros se resisten a ingresar al asilo de ancianos. Uno comprende que no será tarea fácil que a este Charly García de medio siglo le cuelguen la chapita del geriátrico, y que es probable que él sea el que mande a algunos más al retiro que le tienen reservado. Botella de whisky al alcance de la mano, teclados a los pies de la cama y una extraña serenidad para la reflexión -¿será la edad?-, Charly se revela en esta charla con una lucidez que no pocos consideraban definitivamente extraviada.
Su rapidez de reflejos hará que, apenas embebido de las nuevas cuestiones de la guerra bacteriológica, ya aplique un nuevo léxico a su nuevo proyecto discográfico, "Dos Edificios Dorados", surgido de una casualidad que no es nueva. Ya le había pasado a Charly el estar cantando lo que iba a pasar. Así como en 1994 cantaba "algo va a caer", y poco después sucedió el atentado terrorista contra la AMIA, de algún modo estuvo conectado con el avionazo al World Trade Center, entonando una vieja canción de David Lebón. Dicha coincidencia y la magnitud del hecho torcieron el destino de un disco que estaba orientado a ser instrumental. Una vez más, la antena García capta y retransmite más rápido que la de cualquier otro artista. Pasen y lean.
-Evidentemente te pegó bastante lo del atentado a las Torres Gemelas.
-Sí, como a todo el mundo, creo. Me pregunté que hubiera pasado si un avión hubiera chocado contra nuestro Obelisco: todos hubiéramos sentido una cosa fea, como una patada en los huevos. Stockhausen dijo que el atentado había sido una obra de arte y... le suspendieron todos los conciertos. Pero hay una parte de verdad en lo que dice este músico vanguardista. De hecho, todas las películas de Hollywood tienen que ver con destrucción y explosiones. La destrucción de Nueva York la vimos quinientas mil veces. Sin ir más lejos, en Armageddon, la película con Bruce Willis, las Twin Towers son atravesadas igual. Entonces, en el primer momento pensás en la gente que está ahí; te ponés en ese lugar y decís: "¡La mierda! ¡Qué horror!". O te imaginás el flash del tipo que va en el avión y se va a estrellar contra la torre.
Después empecé a escuchar algunas voces que tomaban alguna distancia del hecho, lo veían como una cosa histórica y decían que Estados Unidos se lo merecía. Desde el punto de vista personal y humanitario, las reacciones de espanto son imediatas; pero después que pasó un tiempo, lo que queda es como que la guerra es un show. Esto no hubiese sido filmado nunca, ni por la más descabellada producción hollywoodense, y sucedió igual que en los films. Los detalles, las cosas, parecía retocado virtualmente. Increíble.
¿Dónde estabas cuando sucedió el atentado?
-Estaba en el estudio; justo, tocando "Dos edificios dorados", el tema de David Lebón, y viene alguien de afuera y nos dice que se cayeron las Twin Towers. Nadie le creyó, pero en el estudio de Fito (Páez), Circo Beat hay una pantalla en el medio de los monitores. Y ahí lo vimos; inmediatamente lo comenzamos a grabar y registramos lo que estaba diciendo Cesar Mascetti, creo. Así me enteré. Y me hizo acordar un poco a cuando estaba grabando Yendo de la cama al living, con "No bombardeen Buenos Aires" cuando se venían los británicos.
Un estudio de grabación parece también un bunker, un refugio anti-atómico, y tiene como un agujerito donde uno mira la realidad que está lejos; por el grosor de las paredes, por la división que tiene, uno piensa que está aislado. Es un lugar donde no pasa el tiempo, uno ya se olvida si es de noche o es de dia. Asi que... la canción tomó otro sentido, completamente.
A mí siempre me pareció que "Dos edificios dorados" tenía un mensaje, no satánico, pero sí como mesiánico. Yo estaba cuando Lebón la compuso y el tema no se iba a llamar así. Recuerdo que estábamos con la esposa de él de aquel entonces, Liliana Lagardé, y que estaba poniendo los títulos. En esa época, año 1973, más o menos, había una ley de SADAIC por la cual ningún tema podía repetir un título que ya estuviera. Y como los que él tenía ya habían sido usados, les ponía cualquier cosa. Ese se llama "Dos edificios dorados" como podría haberse llamado "Dos dulces de leche blandos". Otro se llama "32 macetas". Si yo no hubiera estado ahí y supiera como es la cosa, pensaría que es mentira. Pero aún así, el tema sigue teniendo para mí como una pátina de anticipación, de adivinanza, de cosa medio rara.
Así que dejé la voz del noticiero, algunos efectos de sonido, a Claudia Puyó cantando al revés, usé mucho vari-speed, subía y bajaba la velocidad de la cinta para lograr voces increíblemente agudas o increíblemente graves. Y así fue quedando la cosa.
-¿Y cual es ahora el sentido del disco?
-Todo el disco lo armé como una película mía; yo siempre le pongo una historia al disco, no sé si para conformar mi sentido de unidad, supongo que será un poco por eso, y otro poco para que tenga un sentido real. Pero siempre es velado, el oyente nunca sabe toda la historia. Puede tener alguna pista de lo que puedo llegar a estar queriendo decir; pongo algunas referencias que aunque sean muy subjetivas, te dan un marco; igualmente las líneas entre lo que es realidad o fantasía no están del todo claras.
Supongo que el disco comenzará con un tema nuevo que se llama "I'm not in love". Y me imaginé que si ese tema fuera un clip - la canción habla de alguien que está andando por las vias del tren-, el protagonista podría ser un héroe musulmán y lo mezclé con Armageddon, entonces Liv Tyler vendría a ser la novia del afgano o lo que fuera, que va a perforar las Twin Towers. Es como una canción de amor y a la vez, lo que dice, es "lo único que quiero es no ser como vos". Es que las personas son tan diferentes. Un musulmán no quiere ser como nosotros, y evidentemente nosotros no queremos ser como ellos. Es tan irreconciliable la diferencia que uno hace ese tipo de cosas. La canción también dice "para aburrirme prefiero sufrir, para venderme prefiero morir, lo único que quiero es no ser como vos". Aclaro que la canción la compuse antes.
-De manera que el sentido cambió bruscamente.
-Hay otra canción que creo que se va a llamar "Música de película sordomuda". Cuando se la mostré a una fan me dijo que parecía la música de una película sordomuda, y justo estaba leyendo sobre la colonización de Estados Unidos e Inglaterra en Africa, a principios del siglo pasado. A los aborígenes, para colonizarlos, les daban sesiones de cine; por un lado para entretenerlos y por otro, para mostrarles el imperio, que ellos se sientan como el orto (risas). Muchos eran musulmanes, y como su religión les prohibe dibujar personas o la representación de figuras humanas, veían las películas con los ojos cerrados. Imaginate, ¿en donde podemos tener contacto con gente que ve las películas con los ojos cerrados? O nosotros, que haremos alguna otra cosa que para ellos será tan descabellada como mirar una película con los ojos abiertos.
-¿Estás al tanto del ántrax o del bioterrorismo?
-Mirá, creo que un poco por cagazo y otro poco por fiaca o porque esas cosas pasan en otros países (risas), no me enteré demasiado. De alguna manera, no sé si adhiero, pero eso pasa por el principio de acción y reacción, como que parecería que ellos tienen la culpa que les pasen esas cosas. Es algo hiperdiscutible, igual.
-¿"Un vicio más", uno de los nuevos temas, de donde salió?
-Es mi tema... ántrax (risas). Estaba boludeando en la cama, como siempre, con el teclado, y salió espontáneamente. De hecho lo dejé, porque me parecía demasiado simple y que ya debería estar hecho. Cuando me puse a hacer la letra, salió lo de vicio, Vicius, y como no estaba influenciado por ningún tema de los Ratones Paranoicos, de ahí salió el concepto central. Me pasó algo similar con "I'm not in love", que después me enteré que había una canción de 10cc que se llamaba igual, pero si lo hubiera sabido no hubiera hecho el tema que se llama igual pero es completamente distinto. En "Un vicio más", las palabras se empezaron a ordenar, y me dieron la idea de un tipo que le habla a una chica y que se pone en el lugar de un vicio en la vida de ella. Y que ella no lo puede dejar, porque a un vicio es muy difícil dejarlo. El le dice ¿porqué no me dejás?, porque a lo mejor el vicio está cansado de estar en esa vida ajena. También dice "contale a tu mamá, que ella también tiene vicios". Es una cosa obvia, pero que está buena decirla de esa manera. Es como de culpable a vicioso, en la canción, uno pasa a ser el vicio, que es una cosa como que el que podría increparte, en realidad te está usando. Quedó muy creíble.
-¿Tuviste algún vicio que alguna vez hayas querido dejar?
-Seguramente lo dejé, pero estoy tratando de acordarme qué.
-"Yo tengo un vicio que no puedo dejar/ de poner mi cabeza en Marte". Eso lo cantabas en "Necesito tu amor".
-Y, el amor es como un vicio. El amor da mucho para hacer letras de canciones. La falta de cordura que uno puede experimentar con las drogas, con el alcohol, o con el amor, que es una cosa que te emborracha y te puede llegar a pegar mal. En esta nueva canción digo que para aburrirme prefiero sufrir: tienen que ver las dos con la idea de que es mejor estar intoxicado de amor, ponele, que caer en el aburrimiento de los que no están enamorados. Mucha gente no se enamora por miedo. Estaba leyendo recién, antes que llegaras, unas letras de tango que dicen que "el miedo es al pasado". Que el pasado se repita, como una mina que cagó a un tipo. "Volver, con la frente marchita".
-O "no me atraparán, dos veces con la misma red", que es de "No soy un extraño", una suerte de tango tuyo.
-Sí. Bueno, después de los de las Twin Reverb Towers, creo que estoy desarrollando una malsana teoría: "el futuro vaffangulo". Y yo que decía que el futuro era esto, lo otro. ¡Viva el pasado!
-Bob Dylan dijo hace poco: el futuro es una cosa del pasado.
-Sí, cierra, totalmente. El futuro es una cosa del pasado... está bueno. Uno a veces piensa "bueno, voy a disfrutar más esta mierda que es el presente, y a revalorizar todo lo que pasó". O sea: voy a dejar de engañar a mi novia del pasado con la otra del futuro, y la voy a ver bien y linda, y me quedo acá. Algo así. Yo pensé y dije un par de veces que todo se iba a dar vuelta: me agarró una época en que pensaba que el Norte iba a ser el Sur, que los pobres iban a ser ricos, que los negros iban a ser los blancos, que ser cristiano y católico iba a estar todo mal. Esto jugaba en mi cabeza desde un día, en que yo iba caminando por una calle de Río de Janeiro, vestido elegantemente, como cualquier turista, a las seis de la tarde, y un mendigo que estaba en la vereda de enfrente, en la Copacabana, que es una calle muy ancha, se cruzó toda la calle solamente para darme una patada.
-¿Te conocía?
-No, para nada. Yo solo lo miré al tipo, y creo que contactamos miradas, y para mí me vino a pegar porque me vio como un yanqui. Por estar ahí, nomás. En Río, el choque de culturas de muy patente: tenés todo lo más moderno y lo más antiguo, al mismo tiempo. Allá nadie vive sin su esclava. Hasta Zoca, mi novia brasilera de aquel momento, también tenía su empleada que cocinaba, y aparentemente no hay kilombo, se vive en armonía. Pero también sentís que es lógico que venga un tipo y te pegue una patada, ¿porqué siempre ser blanco va a ser "in" y ser negro "out"? El tipo que me pateó era negro. Uno tiene su cosa igual al oprimido: somos pobres, tercer mundistas, oprimidos, pero por otro lado un tipo blanco, como yo, tiene sus cosas en donde sos igual que los imperialistas cerdos, asquerosos. ¿Y si volvemos a la música?
-¿Cómo vas a armar este disco que tiene tantas cosas distintas? Hay canciones, segmentos de piano solo. Además tenías el proyecto de las canciones de Titanes en el Ring, Cerebrus, con Pipo Cipolatti.
-El disco de piano solo, y Dos Edificios Dorados, vendría a ser lo mismo. No se si lo voy a dividir, ese es el asunto. Cuando cayeron las Twin Towers, lo que hicieron también fue quebrar el disco y lo llevó para otra dirección. Con las dos cosas estoy tratando de armar un concepto, donde puede haber mucha música instrumental, lo que está bueno, y estas canciones de las que te hablaba.
-¿Porqué querías hacer un disco de piano solo?
-Yo no quise, me vinieron con la idea y no me pareció muy atractiva, porque estaba con mi época de "pared de sonido", en la que me gusta más regrabar que grabar. Además pensé, "muy bien, un disco de piano solo, ¿y qué voy a tocar?". Finalmente, me enfrentaba al piano, y grababa espontáneamente cosas. Algunas fueron más o menos felices, pero de a poco me logré soltar, y dejó de parecerme que el sonido de un piano solo era muy poco, que tenía que poner otras cosas. En el medio, llegó la guerra, las melodías tipo canción, y dije "vamos".
Alguien me dijo algo que me copó, que el disco tenía que ser tipo Sometime in New York City, de John Lennon. Me quedó eso, lo de hacer un Say No More News, pensar en hacer la tapa como un diario como en el disco de Lennon. Pero no sé todavía. Lo estoy cocinando.
-Retomemos lo que decías de tu consigna a favor del pasado. De hecho, es coherente con lo que hiciste en los últimos tiempos: la reunión de Sui Generis, el disco Sinfonías para adolescentes, que tiene versiones castellanas de muchos temas viejos que vos escuchabas cuando eras más joven. ¿Qué estás buscando en el pasado?
-Solidez. Uno siempre se pregunta si lo que hace es realmente bueno, y en que cosas uno puede ser falluto o en que cosas uno no llegó a lo que quería ¿no? Entonces cuando ves que tenés un montón de cosas hechas y te ponés a hacer temas viejos, a ensayarlos, ves muchas cosas de las que vos mismo te burlabas y ves que al final estabann bien. Entonces, vaffangulo.
-¿Con qué cosas te pasó concretamente?
-No sé, pero en la época en que se decía que la moda era Sui Generis, que era solo un grupo para adolescentes y qué se yo, hasta uno mismo la creía. Y ni siquiera se había tomado uno el trabajo de escucharlo de nuevo. Después pasa esa moda de decir eso, entonces Sui Generis ya era la vanguardia del tercermundismo.
-Entonces creías que estabas haciendo moda, te transformaste en vanguardia, y ahora sos historia.
-Sí, la historia rebota y vuelve para atrás. Creo que el mundo se transformó en un gran café, todos mirando el agujero de las dos torres, y todos haciendo un Polémica en Wall Street. Creo que este disco mío nuevo va a ser uno de los primeros de war music.
-Y en esa mirada al pasado ¿cómo ves las décadas musicales desde tu presente?
-Bueno, Chuck Berry, el viejo negro verde cumple 75 años. De hecho yo estuve grabando con Tony Sheridan (músico inglés que grabó con Los Beatles como banda de acompañamiento, poco antes de la fama), que es un cacho de historia. Estaba grabando y me llamó el Sargento Cardozo, que es el único policía que ejerce de policía y de rockero al mismo tiempo, y me dijo que estaba Sheridan acá. Y me convenció de ir a verlo, porque yo iba a ir a otro lado a zapar, pero lo puedo hacer otro día, en cambio este encuentro era ahora o nunca. Fui a verlo, muy respetuosamente me ubiqué a un costadito del escenario hasta que subí a tocar, o sea que el primer diálogo fue musical. Después siguió el diálogo de bar, y después siguió hasta que un día apareció en el estudio y se quedó como dos dias viviendo conmigo, hasta que lo llevé al aeropuerto.
-¡Lo mismo que te pasó con Evan Dando, de Lemonheads!
-Sí, totalmente, parece que soy un buen anfitrión. Sheridan me cayó bárbaro; un viejo un poco gruñón, sentencioso, malhumorado, muy simpático, y de buen paladar. No le pude sacar muchas anécdotas de Los Beatles, porque aunque vino para la semana beatle en Argentina, no le gusta que le hinchen mucho las pelotas preguntándole siempre lo mismo. Yo le pregunté si había visto algo especial en ellos cuando los conoció, y él me contó que ellos habían trabajado para él, que le compró el primer bajo a Paul McCartney con el cual había compuesto una canción que quería grabar conmigo. Y ya estábamos en el aeropuerto, se quería volver al estudio. Le pregunté "¿y John Lennon qué tal?". "It's OK", me dijo. Un poco parco en eso.
-¿Cómo viviste vos los años `60?
-Estoy de acuerdo con Woody Allen que dijo que la civilización termina con el lanzamiento de "I wanna hold your hand". De ahí para adelante, no se sabe que es. Y con otra cosa que leí que decía que los 60 comienzan en 1965, hasta 1975, más o menos. Bueno, yo la viví a full, porque fui estudiante de un colegio pseudo-militar, mixto, comprando "Nowhere man" en la esquina del colegio, fumando cigarrillos que vendían de a uno en el kiosko, yendo a mis primeros recitales, haciendo mis primeras bandas. O sea, tuve la suerte de ser una espora más del ántrax de la revolución, digamos, juvenil, o musical, que tuvo en Los Beatles sus máximos exponentes. O sea que para mí fue hiper positiva, y el que estuvo ahí tiene como la nostalgia de quien en la vida ha hecho cosas mucho peores que en los 60, pero no con tanto entusiasmo.
-¿Y los 70?
-Y, como dice Pappo, si hubiera nacido en los Estados Unidos hubiera tenido aviones privados, limusinas y qué se yo, pero de alguna manera las tuve y también fui parte de la corrupción del rock. Empecé a vestirme con brillos, a bailar en el escenario, insistí en que mi profesión era ser estrella, no músico. ¡Lo conseguí! Convencí a varios. Para mí, cuando aparecieron los sintetizadores y el rock se volvió progresivo, fue otra cosa. O sea, venía del flower y de todo eso, pero se puso medieval el asunto. Estaba mirando como nos vestíamos, y era increíble. Me puse todos los trajes.
-Curtiste esa época, pero La Máquina de Hacer Pájaros, que es lo más "progresivo" que hiciste, no imperaba esa onda medieval.
-No, era ridículo (risas). En La Máquina ya había sido contagiado por el virus de la Mahavishnu, Chick Corea, la música más difícil que se puede poner en un disco de rock. Viaje a la séptima galaxia, era ya más espacial. Ayer estaba viendo un video de Yes, Close to the edge, los Océanos Topográficos, esos sí que eran medievales, y después se iban en una nave espacial (risas). Lo que mata de La Máquina es la idea de canciones contestatarias, o de protesta, o qué se yo como se puede decir, hechas en un estilo progresivo jazz fusion, con diez mil cortes, y que pegara. Pegaba porque decían las cosas que yo digo, con la intención, el estilo, pero en ese momento las bandas estaban en otro país o cantando para tres personas en un sucucho todo mal. Habían dos cosas que funcionaban en ghettos: los de la protesta, que protestaban entre ellos, y los super virtuosos que se ajustaban a tocar en un galpón. Ojo que tipos como Pedro Aznar salieron de esos grupos a los que llamábamos "azotas" (por azotea, debido a la música más mental que hacían esas bandas). Lo piola fue que yo componía cosas largas, dejando espacio para arreglos, ideas, etcéteras, yo les daba la forma, y las letras eran más Steely Dan, como "El vendedor de las muñecas de plástico" o "Qué se puede hacer salvo ver películas". Es todo una mano glamour.
-¿Cómo fueron los 80 para vos?
-El jabonazo. Nos juntábamos en la casa de Pipo Cipolatti, pasábamos todos por el baño con nuestras camisas negras, pilotos negros, todos los chiches, y nos poníamos jabón en el pelo, y lo peinábamos para arriba. A las seis de la mañana parecía caspa, que se caía todo el jabón derretido (risas). Una época muy rara porque, aún dentro del estilo "me siento mal" y abúlico, pálido, había una gran comunión entre los músicos. Había mucha gente que estaba por ahí cerca y usaba todo eso para "jabonearse", para ir a bailar, para hacer música. Los darks, por ejemplo, conmigo no tenían ningún tipo de toco. ¡Si yo vampireé también! A mí, convertirme en dark y disfrazarme un poco, no me costó nada.
-Y tus discos de esa época eran más bien alegres, como Clics Modernos o Piano Bar.
-Sí, pero también tenían la dosis necesaria de jabón que tenían que tener.
-¿Y los 90?
-Los noventa son tan raros, loco. Yo no sé si será la edad, pero los noventa.... Vos me preguntás por la música de los noventa, y yo no sabría decirte. ¿Para vos cual es?
-Para empezar, Nirvana y Radiohead.
-Bueno, yo escuché Kid A y me gustó. Pero los noventa como década... como decadencia... Nirvana está bien, pero es un grupo que duró dos discos y un revolver, y siempre pareció más una promesa que una realidad; vos sabés que cuando murió Cobain, me teñí el pelo y me fui a cantar por ahí, me copan, no es que los desprecie. Pero el fondo de los noventa, se me hace que es más por el lado de una música tipo Radiohead, o una mezcla de Brian Eno con algo tecno.
-¿Y lo tecno como te cae?
-Mirá, a mi me sigue dando como vergüenza ajena cuando los disc-jockeys dicen que tocan o componen. ¿Eso qué es? Como músico, ver una cosa que es horrible y te la hagan pasar por música... Por ahí, yo soy muy clásico, pero la música, por definición, se compone de tres elementos: armonía, melodía y ritmo. La música tecno solo tiene ritmo, carece de armonía y de melodía. Entonces, está bien para los aborígenes, pero me parece música para descerebrados. Si me quiero drogar, un ratito está bien ahí. Para mí es música de droga, y música de discoteca. No sé: tanta felicidad falsa me da asco.
-¿Y qué va a pasar con los 2000?
-Me gusta ver a la juventud vivir su esclavitud con tanta libertad.
-¿Y con los cincuenta años que portás desde ahora como te llevás?
-Y, me pegan a lo Erik Satie: "me dijeron 'ya vas a ver cuando tengas cincuenta años'. Tengo cincuenta años y no ví nada".
-Pero en realidad vos has visto mucho.
-Yo estoy en mi propio terreno histórico, disfrutando de la época de Sui Generis, y la época de Charly. Yo no me siento para nada un tipo de cincuenta años. Eso, por un lado me da terror, y por el otro me da mucha pila. Estoy un poco impresionado por esto de la edad, pero bien impresionado.
-¿Te acordás cuando cumplías cuarenta y pico y te deprimías?
-Creo que siempre me voy a deprimir en los cumpleaños. Pero este está bueno: lo voy a festejar en el Teatro Coliseo, el sábado 27 de octubre, y seguramente en el medio haré algo en el Say No More Bar, que anda bárbaro. Yo voy poco y a tocar: es un bar de fans, no me da para ir todos los dias. Y ya me agarré a trompadas, ya me hice amigos. Está bueno. Cuando voy impongo órden, hago abuso de poder, etc, etc.
-¿Está bueno ser rey?
-Sí, es un poco como ser ciudadano del planeta Tierra, con las dos Towers ahí. Es lindo, pero sabés que va a durar poco.
-¿Te imaginás volviendo a Nueva York?
-Sí, me veo. Yo a las Torres Gemelas las veía desde el Washington Square, pero para mí Nueva York terminaba un poco ahí. A esa parte nunca fui, ni tampoco a la estatua de la Libertad. Espero que la ciudad siga viva;, creo que más allá de cualquier ideología o gusto político o conciencia social o whatever, esa ciudad es una de las cosas más impresionantes que hay en el mundo, y realmente es uno de los lugares donde uno, sobre todo si es rockero, se puede sentir pila todo el tiempo. Y sentir la misma sensación que puede tener otro mirando un paisaje super lindo en el Caribe.
-¿Hay futuro en la Argentina?
-Creo que la Argentina nunca va a tener futuro. Cuando llegue el futuro, para la Argentina va a ser el presente. Say No More.