martes, 8 de marzo de 2011

Mercedes Iñigo, la novia de Charly García

Mecha Iñigo abre la puerta de madera del departamento en el Palacio de los Patos, en el que vive Charly García (59), en el barrio de Palermo, como si fuera su casa. Mientras él mira la tele en el otro cuarto, ella ofrece algo para tomar, prepara café, se fuma un cigarrillo y se acomoda en la mesa del comedor diario para charlar.

Mercedes, la novia de Charly.

Habla de lo caras que son las expensas y de la voluntad que tienen desde hace tiempo de mudarse a un lugar más lindo (ahora alquilan y los muebles son de la dueña). Recién entonces aclara: “Pero yo no vivo acá”.

Ella vive con su familia en Palermo, pero del otro lado de Córdoba. Todavía no quiere mudarse sola. Tiene 23 años, dos hermanos y trabaja en el área de scouting de Civiles Management, una de las agencias de modelos que más creció en los últimos años. Su tarea consiste en descubrir nuevos talentos en fiestas, recitales, en la calle o en esos lugares en los que está la gente con onda, para proponerles comenzar una carrera en el modelado.

Mercedes y Charly se conocen hace apenas cuatro años, pero fueron muchas las cosas que pasaron en ese tiempo: estuvo junto a Charly García en los momentos más difíciles, incluso en el departamento de la calle Coronel Díaz cuando se lo llevaron en una ambulancia para internarlo, pero también fue parte de su proceso de rehabilitación, que culminó con la serie de shows que ofreció este año (él último realizado en Cosquín). Y justamente ésa fue la razón por la que se conocieron: Charly necesitaba una chica para sus shows, y ella fue a lo que creyó era un casting. En ese momento, aunque tenía sólo 18 años, Mecha ya trabajaba como modelo, había sido camarera de Kim & Novak, un bar emblemático de la movida nocturna de aquel momento, era VJ de MTV y había participado de varios videos de rock (entre ellos de Babasónicos). Por su vínculo con la música, conoció a uno de los grandes íconos del rock local.

–¿Cómo conociste a Charly?
–Un día me dijeron que él estaba buscando una chica para sus shows y me moría de miedo, porque no tenía idea, pero fui, también de caradura. Y cuando llegué me dijo: “Tenés que hacer esto y esto”. Yo pensé que era un casting y al cruzar la puerta ya estaba seleccionada. La idea era hacer un personaje de una mujer con un velo que iba escribiendo en una pared de acrílico transparente frases de los temas a medida en que Charly tocaba, y al final la pared se cubría toda de palabras.

–¿Ahí ya estaban juntos?
–No. Entonces yo estaba todo el tiempo con él, pero porque quería hacer bien el trabajo. La lista de temas de los shows y las cosas cambiaban todo el tiempo así que yo me quedaba pegada a él para no equivocarme. Entonces surgió el personaje de la talibana.

–Charly estaba pasando por un momento bastante complicado. ¿Cómo era la relación entre ustedes?
–Todo era intenso. Yo estaba ahí, pero como una más. Me dolió mucho el momento en que se lo llevaron de la casa, fue muy triste. Y entonces nuestra relación quedó en suspenso, pero yo sabía que nos íbamos a seguir viendo

–¿Cuándo volvieron a encontrarse?
–Pasó mucho tiempo, fue como un año después. Empecé a ir a verlo, hasta que los médicos resolvieron quiénes eran las personas que le hacían bien. Y comencé a ir a la quinta de Luján cada vez más seguido.

–¿Cómo eran esos encuentros?
–Re tranquis, pasábamos el día en un lugar increíble. A él le hacía bien estar ahí, y a mí también. La gente nos trataba bárbaro. Había comida rica. Todo estaba genial. Entonces se generó buena energía. En ese momento yo trabajaba. Me levantaba a las seis, me tomaba un remis, porque eran como dos horas de viaje, y llegaba a las ocho. Al principio no me quedaba, no daba… y después sí, Palito me decía: “Quedate, así mañana almorzamos juntos”. O dormía ahí los fines de semana. Y me fui acostumbrando.

–¿Sufriste durante esos momentos o no tanto?
–Tuvo sus momentos difíciles, pero la verdad es que todo lo hizo él, porque era el que peor la pasaba. Fue un cambio de vida drástico, y tenía que volver a aprender todo. Lo nuestro fue un esfuerzo, claro. No sé cómo lo habrá vivido, pero el mayor sacrificio lo hizo Charly. Además, estaba rodeado de gente nueva: Palito, algunos de los músicos, yo, así que tuvo que adaptarse.

–¿Alguna vez sentiste que decaía o siempre fue avanzando?
–Iba para adelante, desde los ejercicios… Los médicos nos decían: “Wow, qué bien que está” o “qué fuerza que tiene”. Y lo veías a él tranquilo, que hacía todo lo que tenía que hacer. Fue creciendo hasta que pudo tocar. Eso era lo que todo el mundo se preguntaba: “¿Y? ¿Volverá a tocar? ¿Tendrá ganas, no?”. Eso fue lo que siempre quiso. Y puso todo para poder tocar de nuevo. Sabía que todo ese esfuerzo era por algo. Más allá de su salud, lo que quiere es tocar. Lo logró, y eso es genial.

–¿Te sentís un poco responsable de su recuperación?
–No sé, tendría que decirlo él. Hubo un grupo que estuvo muy cerca. Junto a Palito y a otras personas formamos una estructura alrededor y ya se sabía que eso lo ayudaba, le hacía bien. Era como si él pensara: “Con esta gente voy para adelante”. Y se armó un círculo que él ya lo tiene muy adentro. Pero Charly es el más importante en este proceso porque se puso las pilas, y por más que uno le diga: “Hacé, hacé”, él es el que hace o no hace. Y por suerte siempre hizo.

–¿Vos sugerías cosas o estabas al margen, como una compañía?
–No, siempre estuve a un costado, onda: “Te cuido, cuidate”. El tomaba las decisiones.

–¿Alguna vez tuviste prejuicios de vincularte con alguien más grande?
–Mi relación con él siempre fue re natural. Siento que no tiene edad, podés hablar de todo. Hay cada boludo de 20 con el que no podes hablar de nada… De chica siempre estuve relacionada con gente más grande.

–Y tus viejos, ¿se la bancaron?
–No dijeron nada, porque vivieron todo el proceso desde el momento en que yo iba a verlo a Luján y estaban muy pendientes de su recuperación. De vez en cuando hacemos cenas o vamos a comer al campo de mi papá. Pasamos Año Nuevo o Navidad juntos. No nos vemos todos los fines de semana pero cuando se da, está bueno.

–¿Tenés relación con la familia de él?
–No, no tengo mucha relación. No por mala onda, sino porque no se dio.

–¿Qué te atrajo de Charly?
–No sé… Su inteligencia; él está en todo. Lo que dice es increíble, porque te quedás pensando y siempre tiene razón. Me encanta su ironía, su humor ácido, cómo responde, y todo lo hace desde un lugar de sabiduría. Y eso me llamó la atención. Tiene una energía que me atrae. Su música también, claro.

–¿Creés que el amor va a unirlos de por vida?
–Sí, realmente lo siento así, no sé por qué. Cuando lo internaron, no lo vi por mucho tiempo pero igual pensaba: “De alguna forma lo voy a volver a encontrar”. No me daba por vencida. Estaba segura. Lo tenía muy presente, nos habíamos distanciado pero era como si se hubiera ido de viaje y cuando volviera todo iba a estar bien de nuevo. Desde que lo conocí supe que él iba a estar. Era muy difícil que me peleara o pasara algo que nos distancie.

–¿Pero lo decís como pareja o como compañero?
–Las dos cosas. Sé que es una persona que va a estar conmigo toda la vida.

–Sos muy joven, ¿eso lo pensás aún ante la posibilidad de que tengas otra pareja?
–La verdad es que no pienso en eso ahora. Siento que siempre va a estar presente. Me da esa sensación.

–¿Es amor?
–Sí, es amor. Es compañerismo, admiración y muchas cosas más. Me gusta mucho estar con él y trato de que estemos bien los dos. Es como el amor en general, en todas sus facetas.

–¿Alguna vez sentiste celos porque está siempre rodeado de chicas?
–[Se ríe.] Sí, eso es un tema porque soy muy celosa. Muy. Celosa de todo, de mis amigos, de mi hermano, soy celosa de todo. Y soy de escorpio. Es difícil con él, aunque yo confío. Se que no va a estar con nadie. Confío mucho en que él está conmigo, pero igual no sabés. Siempre están esos celos que una está maquinando, pero lo manejo bastante bien. Ya sabe cómo es. Me respeta mucho y sabe que yo lo sufro. Entonces trata de no darme motivos.

–¿Alguna vez te dio celos de la música?
–No, porque sé que la ama. Y que es lo que lo hace plenamente feliz. Lo acepto totalmente, porque es su vida, y ponerme en contra de eso sería ponerme en contra de su felicidad, no sé… de su esencia.

–¿Te sentís una musa inspiradora?
–No, la verdad es que no. Esa es la frase típica, pero él ya hizo todo, es su cabeza. No siento que lo haya ayudado porque cuando lo conocí él ya había hecho todo lo que tenía que hacer.

–¿Te molesta cuando hablan y opinan de vos en los medios?
–Sí, al principio sí. Después ya me fui acostumbrando. La primera nota que salió fue tremenda. Me pegó que una persona que no me conocía supiera tanto de mí y que hablara como si me conociera.

–Después de todo lo que pasaron juntos, ¿cuál es tu experiencia con la noche y los excesos?
–Yo no lo elijo para mí pero no condeno al que quiera hacerlo. De hecho cuando trabajaba en Kim & Novak todo el mundo se sorprendía de que yo estuviera afuera de todo ese mundo.

–¿Qué es lo que a Charly más le gustó de vos?
–Pienso que él conoció a alguien que lo quiere, que lo apoya, lo tranquiliza y eso es lo que le gusta de mí. Sabe que él a mí me importa mucho. Y que todo lo que hago es para que él esté bien. La unión se basa un poco en eso: cada uno sabe que el otro va a estar para lo que necesite. Nos escuchamos. Eso fortalece el vínculo. Estamos, el uno para el otro.

–Fueron cuatro años de muchísima intensidad, ¿cuál fue el momento más fuerte?
–Todo fue muy intenso. Hubo cosas malas y buenas, pero acá estamos. A pesar de todo. Me acuerdo del primer show en Chile y me emociono, me puse a llorar porque no podía creer que él estaba ahí. De repente lo vi en el escenario, superbien, y me re emocioné. Pero más que nada porque se que eso es lo que él más disfruta y era un momento clave, porque yo siempre pensaba: “¿Podrá volver a tocar?”. Verlo ahí, cómo lo difrutó y cómo lo vivió la gente fue muy fuerte.

–¿Cómo definirías tu relación con Charly?
–Es un vínculo casi energético. Sentís que el destino te lleva. No te digo que somos uno, pero él es parte de mí y yo soy parte de él.


Fuente: AIM Digital