domingo, 11 de julio de 2010

Un hombre en su laberinto: el último reportaje a Oscar Moro

Hoy se cumplen cuatro años del fallecimiento de Morito, baterista de Serú Girán, uno de los más importantes y completos del rock nacional. Aquí les dejamos la última entrevista, poco antes de que Oscar dejara de existir físicamente. Aquel doloroso 11 de julio nunca se olvidará, e increíblemente esta nota se hizo tres días antes de su muerte.


Fui a la entrevista con Oscar Moro, aquel legendario baterista de Los Gatos, Color Humano, La maquina de hacer pájaros, Riff y Seru Giran con sensaciones contradictorias. La curiosidad por conocer a este personaje que era parte de la mejor historia del rock argentino se mezclaba con la información que tenia acerca su estado actual.
Moro tardó en atender. Estaba durmiendo. Abre la puerta. Canoso, demacrado, mirada perdida, bufanda al cuello, sueter raído y pantuflas. Sus 58 años parecen varios más. Me siento en la mesa de madera que tiene en el pequeño living de un departamento de planta baja en Barrio Norte y veo un mate lleno de yerba negra y seca, un par de miñoncitos, papel madera que envuelve fiambre, una botella vacía de vino blanco “Torito”, un paquete arrugado de cigarrillos y un cenicero lleno de puchos. El departamento muestra un deterioro muy similar al de su ocupante. Sillones desvencijados, un montón de vinilos ajados, cassettes sin caja y algunos cuadros.
Le pregunto cómo está: “Mis cosas no van muy bien ahora. Están medio jodidas”. Y empieza a contar que tuvo una carrera aceleradísima y vivió muchas cosas en poco tiempo. “Y me desgasté, me achanché”.
Hay algunos cuadros colgados. Uno de Los Gatos jovencísimos, tiene una especie de epígrafe escrito directamente sobre la pared, debajo de la foto: “Ya no importa Moro, que tengas una feliz vida . Si querés, volvé a tu triste vida y a tu oscuro entorno. Te ofrecí la luz y no la quisiste aceptar. Maestro, tal vez la batería te pueda salvar de vos mismo. El amor que despreciaste. Nora”
- ¿Y las mujeres, Moro?
- Me casé con Regina y tuve una pareja de 28 años, tuve un hijo, Juanito que ahora toca con Celeste Carballo, y Nora me quería imponer cosas y yo no quiero imposiciones.
Habla lentamente, con la lengua empastada de pastillas y alcohol. Tose, se ahoga, y vuelve a toser. Le pregunto por la bebida: “ Y... eso me jodió también”.
- Pero Moro, el alcohol es una consecuencia, no una causa. ¿Qué anestesiás con eso?
- No se, en este momento no me siento bien, no estoy arremetiendo, no estoy tocando. Ahora no tengo ganas ni de tocar. Para hacerlo tenés que estar bien. Ya me interné varias veces y cuando salí, volví al ruedo. A los dos días estaba dado vuelta de nuevo. Tengo ganas de hacer algo para estar mejor. Hace un año y medio que estoy mal y que no toco”.
De repente se para y me muestra unos anteojos negros
- “¿ Sabés de quien son ?, de Pappo. Su muerte me pego muy mal. Era un ser excepcional, un tipo bárbaro. Fue tan absurdo. Y que se estaba cuidando, no es verdad. Estaba mal, chupaba mucho”. Me llama la atención que diga ofendido: “ Y que se estaba cuidando, no es verdad”, como si fuera una ofensa. “Antes de la muerte del “Carpo”, nos veíamos mucho. Zapabamos dos veces por semana en la casa del “Corcho” Rodríguez”.
Se empieza a reír y me cuenta que con Pappo se morían de risa porque Rodríguez tenía un tipo que se dedicaba exclusivamente a cuidar al perro de Susana, Jazmín. Esas zapadas fueron las últimas veces que toco.
Moro atiende un llamado por teléfono. Con la excusa de ir al baño, me asomo a su dormitorio. Hay un montón de blisters vacíos de pastillas y un vaso en una mesita de luz con la pata partida. En la cama de hierro hay una almohada mugrienta y sobre el colchón, sin sabanas, dos frazadas revueltas.
Cuando vuelvo, le pregunto por el dinero que gano en su carrera: “Me lo deliré, me lo gasté”. Me cuenta que con la reunión de Serú Giran en 1992 ganaron 250,000 dólares cada uno, pero que no le quedo un mango. El departamento en el que vive ahora, se lo compró gracias a un dinero que le quedó de la herencia de su madre. Cada 5 o 6 meses cobra unos 3000 pesos por derechos de autor e interprete, pero afirma que debería cobrar mucho más. Entre su ex mujer y su hijo se la administran porque si no, él la “revienta” en una semana.
Quiero descubrir qué es lo que lo llevo a estar así. Le digo que conozco a amigos suyos que lo aprecian, que hubo mujeres que lo quisieron, y que aparentemente hay algo en él que algunos pueden ver, más allá de su fama. También le cuento que hay gente preocupada por su presente: “Yo soy medio solitario, no doy bola, estoy desconectado. Me encierro mucho acá. Veo tele, duermo. No puedo ver eso que los demás ven en mí. No se que hacer para salir de esto”
Leo otra frase de Nora, en un improvisado graffiti: “La mala vida es mas fácil”. Le pregunto que opina: “Tiene razón” me contesta y hace una mueca de cansancio.
Moro se esta poniendo triste. Le pido que me cuente alguna anécdota de la época de Los Gatos. Se anima un poco: “En 1969 fuimos a Nueva York en barco. El viaje duró como un mes. Éramos Alfredo Toth, Ciro Fogliatta y yo. Estuvimos un año. Vimos a Procol Harum, Jimmy Hendrix -me muestra una foto que sacó con una Kodak Fiesta en donde se ve a Hendrix desde muy lejos, chiquito, enroscado en su Fender - a los Kinks, Albert King y a otros más que no me acuerdo. En medio de todo eso, se arma Woodstock. Ciro, que era el hombre serio, el papá, no quería ir, tenia miedo (se ríe). Nos quedamos en Nueva York y en el Greenvich Village no había nadie. Ahí probé por primera vez hashich. A los dos meses se estrenó la película y la fuimos a ver. Cuando salí le dije a Ciro: ¡sos un pelotudo!. Me vi Woodstock en el cine en Nueva York casi al mismo tiempo que había pasado. ¡Que boludo¡ ¿podes creer?”.
Recuerda que la época de Los Gatos fue maravillosa. Tocaban en los carnavales y había noches en la que actuaban en 5 o 6 lugares por noche. Y para un chico de 20 años, todo eso era nuevo, la plata, las minas, los excesos. Al principio fue duro, porque eran la primera banda que hacía rock en castellano, pero después arrancaron y vendieron como 250.000 copias de “La balsa”. Asegura que los cagaron con la guita, pero igual quedaba bastante. “La época de la Maquina de hacer pájaros fue bárbara también y los 8 meses en los que toqué en Riff fueron buenísimos. Siempre me gusto tocar con Pappo”.
Me cuenta que cuando grabaron el primer disco de Seru Giran en Rió de Janeiro, fue otro buen momento en su carrera. Ahí conoció a Jaco Pastorius, el gran bajista de Wheater Report.
Le pregunto por los amigos que le dejó el rock: “No muchos, Alfredo Toth, Juan Rodriguez, Rinaldo Rafanelli, y nadie más". Pocos, para alguien con 40 años de trayectoria en la música.

Suena el timbre. Es alguien que Moro estaba esperando ansiosamente, Miguel. Un amigo de toda la vida que le viene a traer unos pesos y quien me consiguió la entrevista. Miguel esta preocupado, lo mira, le pregunta como esta y lo reta: “Dejate de joder, no podes estar así, tenés que hacer algo”. Y Oscar asiente y sin demasiada convicción dice que va hacer algo. La situación cambia completamente. Moro y Miguel están contentos de verse y se ponen a hablar. Su amigo le pregunta por Juanito y aprovecho y le pido que me hable más de su hijo. Me vuelve a contar que esta en la banda de Celeste Carballo y se lo nota contento con él. Pero cambia la expresión y me dice: “Lo que pasa es que le estoy fallando. A él le hace falta que yo me comporte bien. Es difícil. No estoy en condiciones, porque hice una carrera vertiginosa y cuando pare, pare mal. Me quiero rescatar. Hacer todo tan rápido me hizo mal”. Termina diciendo que en realidad, se esta fallando a si mismo. La referencia al hecho de haber vivido muchas cosas en poco tiempo es recurrente en su discurso y parece como si hablara de algo que se consumió, que se apagó.
- ¿ Y la música, Oscar ? ya me contaste que no estas tocando, ¿ pero por lo menos estas escuchado algo últimamente ?
- No, no estoy escuchando nada.
Y yo le cuento que soy fanático de la música, que es una de las cosas que más me gusta en la vida. Y que cuando no escucho nada, es porque estoy mal.
- Escuchemos música entonces – contesta.

Por Santiago Viller (realizada el 8/7/2006)